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a este país en una potencia económica. Disciplina, adversidad, fortaleza. No digo que esta generación… …no haya tenido que atravesar su cuota de adversidad. ¿Quién puede olvidarse… …de la gran intolerancia al gluten? ¿O de las alergias al cacahuate que azotan a los jardines preescolares del país? ¿O del horror de internet por conexión telefónica? No puedo ni mencionarlo. Pero ahora la col verde se llama “col rizada”. Eso fue genial. Fue muy bueno. ¿Saben algo? La generación grandiosa también jugó a Call of Duty . Pero de verdad, en las trincheras, en Francia. Ustedes no se rebelan. Deberían odiar la música de sus padres, no hacer mezclas. Lo saben. No es su culpa. Les sacamos toda la rebeldía que llevaban dentro. Lo logramos haciendo que se ofendieran por todo. Ofenderse es un trabajo de tiempo completo. “Estoy ofendido”. ¿Sabían que la gente se ofende por los tuits de Justin Bieber? Adoro a Justin Bieber. Es tan apuesto. Se está convirtiendo en una adorable Hilary Swank. Pero no es ofensivo. ¡Vamos! ¿Qué les pasa? Crecí en la época de una malvada llamada Madonna. Madonna, en el video de “Like a Prayer”, quemaba cruces… …y daba besos de lengua a un Jesús negro. ¡Guau! Eso sí que es ofensivo. En especial, porque todos sabemos que Jesús era blanco. ¡Choca esos cinco! Racista. ¡Guau! ¿Lo vieron? ¡Que América vuelva a ser grande! Lo oí, señor. Ofendido. Eso es estúpido. Crecí en un hogar ofensivo. Mis padres se divorciaron y mi madre se volvió a casar con un indio. Como un puto… Como… ¡Un indio! No de los que se pelean con vaqueros. Un indio de India. Templo de la Perdición , no Danza con lobos . Como los del supermercado -, no -. Ahí está. Ahí está. Lo llamé “Turbantor” todos los días. No hubo lágrimas. En fin. ¿Recuerdan…? ¿Recuerdan cuando uno tenía un padre racista? Aunque fueras blanco, tu padre odiaba a todos. Y decía locuras todo el tiempo. “Los chinos se están comiendo todas las galletas”. “Las mujeres no saben leer”. No dejé que me afectara. Crecí rodeada de un discurso ista. ¿Dejé que definiera quién soy?