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¿Le puedo ayudar en algo? Sí, diciéndome la hora. Tres menos cinco. ¿Es posible? Hay que decirlo de un tirón. “Tresmenoscinco”. Es estupendo. ¿Reza usted? Sí, ¿por qué? Pues agradézcaselo a Dios de mi parte. Dentro de cinco minutos seré un hombre feliz. Y lo seré gracias a Dios. ¿Puedo verlo? ¿Y? El redactor jefe salió para todo el día. ¿Leyó mi artículo? ¿Qué dijo? Vuelva mañana a las tres. ¿Qué pasa? Se cree que dando un artículo por la mañana radio radio se le paga al mediodía. Vuelva mañana a la misma hora. ¿Necesita dinero? En absoluto. Pero tengo que salir a Dinamarca para terminar un libro allí. Esperemos que el redactor jefe haya leído su artículo para entonces. Vamos, nos podemos tomar una taza de café. Buenas noches. Ah, eres tú. He venido a ver tu cuadro. ¿Te molesto? No, pero entiende, hay que verlo de día. ¿Por qué diablos vienes al anochecer? Por lo menos podría verlo. Está muy oscuro. Además, está una mujer conmigo. Entiendes, ¿no? Por supuesto. Me voy. Gracias, de todas formas. ¿Tienes habitación? Naturalmente. ¿Podría invitarlas a nuestra mesa? No, gracias. Nos vamos ya. Vamos. ¿Qué vas a hacer? Muévete. Cojamos un coche. No me siento muy bien ahora. Pero mañana seré el más feliz de los hombres. Haz que ella lo sepa. Dile que vendré mañana. Mañana. Será agradable. ¿No crees? Cincuenta céntimos por las gafas radio radio por algún tiempo. La montura es de acero. No puedo. Bromeaba. Pero aquí tengo una colcha que no ha sido usada nunca. Así que me he dicho que, quizás radio No Este es el revés radio No vale ni diez céntimos. Con las gafas, ¿veinticinco céntimos? Nada. ¿Mi sombrero? Está en buen estado. ¿Su sombrero? Vendería hasta mi pantalón si radio ¿Cinco coronas? Llévele esto al Sr. Christie y tendrá diez coronas. Ánimo. Hoy es el día. Solo unas horas, hasta las tres. ¿No tiene miedo? Ya veo que no. Un paquete como ese es toda una tentación. ¿Nunca oyó hablar de los ricos radio radio vestidos con harapos y que roban por placer? Cuando se tiene todo el dinero que se quiere, se necesita de algo que el dinero no puede dar. ¿Un cigarrillo? ¿Es usted de Kristiana? No. Bueno, en realidad, sí. ¿Y dónde vive? Plaza San Olaf, dos. En el dos, ah, bien. Antes conocía a todos los que vivían allí. ¿Cómo se llama su arrendador? Happolati. Happolati, ¿un marino? No, no radio ese era su hermano. Era J. A. Happolati, representante comercial. ¿Un buen tipo, eh? Sí, estupendo. ¿No oyó hablar del libro de cánticos eléctrico que inventó? Sus letras brillaban en la oscuridad. Era fantástico. Un negocio de muchos millones. Fundiciones, imprentas, etc radio Tiene más de empleados. Y su hija Ylajali. Una hada, una princesa radio Tendida en un lecho de rosas servida por esclavas. Nunca jamás vi una mujer más bella. ¿Tan bella es? ¿Bella? Una delicia, una auténtica delicia. Cuando me miraba era como radio radio si penetrara en lo más profundo de mí. Cada mirada suya es como un beso. ¿No pensaba que fuera tan bella? ¿Pensaba que era un miembro de la brigada de bomberos radio radio o la mujer de un hujier? Ya se lo he dicho: un auténtico ángel. ¿Entonces tenía muchas propiedades, no? De hecho, no sé nada de eso. Solo sé que se llamaba Johan Ahrend Happolati radio radio a juzgar por sus iniciales. ¿Conocía a su esposa? Una auténtica montaña. ¿No me cree? Pues claro, es normal que una burguesa fuera tan gorda. ¿Se cree que le cuento cuentos? ¿Tal vez piensa que el tal Happolati no existe? No he visto nunca un viejo más malvado que usted. Ahí está, a punto de decirme que soy un pobre radio radio que ni siquiera tiene un cigarrillo, ¿no? Nadie me tratará así. Y yo no lo permitiré. Coja su paquete, venga. ¡! Una señal del cielo. Dios mío. ¿Qué dirección? Varias. De momento, Nordbygaten, . Tengo una cita. Una cita con un tratante en lanas. Una cita de negocios. ¡Espéreme un momento! Tengo una cita con el Sr. Kierulf. Joachim Kierulf, comerciante en lana. Pero, oiga radio ¡Ah! ¡La gente! No estaba. ¿No estaba? No. Lléveme a Repslagergangen, . Tengo que ir urgentemente. Ha pasado algo horroroso. Vuelvo enseguida. SE ALQUILAN HABITACIONES ¿Tiene una habitación libre? ¿Para cuánto tiempo? Mucho. Quizás para siempre. Soy escritor y busco tranquilidad. Sígame. Muy bien, muy bien radio ¿No hay velas? La tendrá que comprar. Bien. ¡Me la quedo! ¡Siga, siga! No tengo prisa. Tenía esto en un cajón radio desde hace tiempo, sin que fueran de utilidad. Y he pensado que esos botones podrían pagarme un cigarro. También le dejo las gafas. Ya le he dicho que no quiero sus gafas. Diez monedas radio cinco radio Lo que le parezca bien. No quiero sus botones. Váyase radio ¡Vaya con dios! Eso radio a Dios no le apetece. Y a mí, él no me importa nada. ¿Me comprende? ¿Qué quiere que le diga? ¡A Ud. le explota! Yo no se lo consiento. ¡Ud. no se atreve! ¡No tiene el suficiente valor! ¡Vaya! Ni siquiera quiere concederme dos horas de vida. ¡Y sin embargo, dentro de dos horas tendré dinero! Seré feliz, libre de hacer lo que quiera. Pero Ud. destruye mi última esperanza. Me niega incluso las migajas. Me quita cualquier oportunidad de seguir vivo. Está delirando. Tendría que volver a casa. ¿A casa? ¿Dónde? A su pueblo. Le ruego que no sea sarcástico. ¿Hay mucha niebla hoy? ¡Muy propio de la policía negar lo que es evidente! ¡Ah, es Ud.! Escribe bien, pero radio con demasiada pasión. Hay que pensar en los lectores. Tiene talento. Me interesa su artículo radio radio pero a condición de atenuarlo un poco. Vuelva a traérmelo mañana radio y le pagaré diez coronas. Le llevará poco tiempo. ¿No está enfadado? No. Estoy muy contento. Gracias. Demasiada pasión radio Poco tiempo radio Escribe bien radio Tiene talento radio Entonces qué, ¿se muda? Sí, si le parece bien. ¿Dará algo a cuenta? De eso quería hablarle. Tendré el dinero mañana. Diez coronas por un artículo. Hay que modificar un detalle. Le daré cinco coronas. ¡Ya me lo temía! Pero no es nada. Un detalle sin importancia. Sí, pero radio Bueno, digamos diez coronas. Necesito un lugar tranquilo donde trabajar. Bueno, bueno radio ¡Pero si llega un cliente que pague, se muda! Buenas tardes, señorita. Buenas tardes. ¿Busca a alguien? Perdone mi intromisión,