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en silencio? ¿Quieres algo de comer? ¿Quieres aprender a volar? ¿Quieres verme intentarlo? ¿Quieres llamar a la policía? ¿Crees que ya es hora de que me detenga? ¡¿Por qué huyes?! No me dejes ahora No diría que es el final del camino Recuerda las flores que te envié Te necesito, nena Para ponerte en la trituradora delante de mis amigos No me dejes ahora ¿Cómo te puedes ir? Cuando sabes bien que te necesito Necesito… necesito… necesito ¡para molerte a golpes los sábados en la noche! No me dejes ahora ¿Cómo puedes tratarme así? Huyendo ¿Por que estas huyendo? ¿Dónde estamos? En Francia. Y ¿Dónde vamos? A Italia. Exacta, eso es. Tendremos que pasar por túneles. Eso espero. ¿Recuerdas la última vez que pasamos por un túnel? Teníamos o años. Íbamos a Bagdad. No. Era a Estambul. ¿Sí? Pero sí pasamos por Grecia. Y escalamos el monte Olimpo. ¿Recuerdas que te atacó un perro? No. ¿Recuerdas la tormenta? No, no la recuerdo. Entonces, estamos bien. La memoria del ser humano es un recurso falible. Definitivamente, a nuestra edad. Y no es algo a lo que debamos prestarle mucha atención. ¿Quieres escuchar la historia de la tormenta que no recuerdas? – Por favor. – De acuerdo. Bueno, estábamos viajando, y hubo un trueno. ¡El sonido y la luz fueron simultáneos!. Y, en ese momento, perdí mi identidad por completo por casi un segundo. Y, en ese segundo, supe que yo era infinito. Estaba en la cima de una montaña. Probablemente, no más lejos que de ese auto! – Absolutamente. – No recuerdo ningún trueno. No. Entonces, quieres decir que quizá no haya sucedido! ¡No! Es decir, sí, claro que sí. Pero, por otro lado, puede ser que haya sucedido y yo no lo recuerde. – Claro. – Quizá me cayó un rayo! Solía tener este sueño, y se trataba de que asesinaba a alguien, y me sentía culpable. Por fin, un día, entendí que creía que había matado a mi padre. Y nunca volví a tener ese sueño. El niño en mí, que se hizo responsable de todo lo que ocurra a mí alrededor, me siguió hasta la mitad de mi vida. Ya no tengo ese sueño, y no volví a tenerlo. Claro. ¡Ciertamente, jamás lo recordé! Todo lo que dirá, ya que lo único que mencionó en realidad es que Zeus reveló que soy infinito… Claro. Es que estaba en Nueva York porque Nancy había tenido a su segundo hijo ahí, yo lo sostenía, y me miró y me sonreía. Y, por supuesto, estamos programados para responder ante esa sonrisa, y Aquí está programado para hacerla! Pero eso no fue lo que pensar. Pensar que la luz que irradia, y que ilumina todo, era idéntico a lo que me ocurrió cuando tendías años y Zeus me bendijo con un rayo. Pero eso es todo. Solo eso. La sonrisa de un nieto y la bendición del Rey de los Dioses. Y son lo mismo. Eso te lo puedo asegurar. Roger, querido, ¿alguna vez te conté sobre cuando escapé de Budapest? Una o dos veces. Tenemos que tener una fuerza de seguridad nacional civil… No necesito más brazos a mi alrededor Y no necesito más drogas para tranquilizarme Vi lo que estaba escrito en el muro Creo que no necesito nada más ¡NO! Creo que no necesito nada más Después de todo, sólo eran ladrillos en el muro Después de todo, eras un ladrillo en el muro Adiós, mundo cruel Hoy me alejo de tí Adiós Adiós Adiós Adiós, a ustedes No hay nada que pueden decir Que me hagan cambiar mi pensar Adiós Santana. Gracias Gracias Francois. Es probable que no importe mucho. No tardará mucho. Necesitaba detenerme a tomar un trago porque estoy yendo a Italia. ¡Sé que no lo entiendes, y está bien! Así que quisiera uno más para el camino, y luego me iré de aquí! Entonces, llegaron a Salerno. Por medio de la bota, hasta que llegaron a Monte Cassino. Y allí se detuvieron. Los alemanes estaban en la cima de la colina, así, y el rio pasaba por aquí. Entonces, decidieron que dejaran hombres aquí irán por el mar, y luego irán hasta aquí, y aquí construirán una cabeza de puente. Justo al sur de Roma. En Anzio. Y lo hicieron en enero de . Y mi padre fue, y reforzaron la cabeza de puente en Anzio. Y los invadieron. Entonces, este hombre murió. Y es por eso que voy a Anzio. Porque nunca fui al monumento de mi padre, Eric. Y esa es la historia. Se que no lo entiendes, pero creo que beberán uno más, para el camino! Querido Roger, creo que nunca te conté sobre mis dos escapes de Hungría. El primero fue en , de la invasión alemana. Tenía siete años. Las Escuadras de defensa húngaras rodearon nuestro edificio. Estábamos almorzando, la sirvienta trajo la sopa, y, de pronto, comenzaron a gritar: “Vengan a ver inmediatamente, porque sacaremos a los judíos del edificio”. Y mi padre dijo: “Tenemos que irnos ahora, sin nada”. Nos levantamos y nos fuimos de nuestro apartamento. Mientras bajábamos, vimos a una persona que corría por su vida, y, a los dos segundos, dos soldados lo perseguían apuntándolo con armas! Mi padre dijo: “Hagas lo que hagas, no mires”. Abrió la puerta principal, y, en ese entonces, escuché los disparos. Estábamos en la calle, y no me atrevía a mirar, pero miré, y vi el primer cadáver de mi vida! Pasamos al lado del cuerpo hacia la esquina y logramos escapar sin que se dieran cuenta. Nos escondimos durante el resto de la guerra junto a la Gestapo. Finalmente, la guerra terminó de manera poco dramática y regresamos a Budapest. Y cuando entramos al apartamento, en la mesa, estaban los cuatro platos de sopa en el salón comedor, con la sopa seca dentro. Y, como era pequeño, no podía creer que este lugar hubiera sobrevivido a toda la destrucción que había ocurrido en Europa y en el mundo, y que los cuatro platos estuvieran intactos. Aquí estaba yo, mirando la mesa, sin entender cómo el tiempo se había detenido en ese lugar. ¡Eh, tú! Ahí fuera en el frío, quedándote solo, haciéndote viejo, ¿Puedes sentirme? ¡Eh, tú! El que está de pie en el pasillo, con los pies escocidos y sonrisas marchitas, ¿Puedes sentirme? ¡Eh, tú! No les ayudes a enterrar la luz No te rindas sin luchar ¡Eh, tú! Ahí fuera, solo, sentado desnudo junto al teléfono, ¿Quieres tocarme? ¡Eh, tú! Con tu oreja contra el muro, Esperando a que alguien llame, ¿Quieres tocarme? ¡Eh, tú! ¿Quieres ayudarme a llevar la piedra? Abre tu corazón, vuelvo a casa Pero era sólo

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